Nuestras Prácticas

El circo: un espacio de educación y transformación.

Patricia Dalmás

Aprender a pedir soporte y dar contención a otros, es parte de aprender a conocerse y aceptarse, de conocer y aceptar a otros, y en definitiva de aprender a convivir, en un camino que nos puede llevar a destinos imprevisibles, como lo ha sido para adolescentes y jóvenes que han vivido la experiencia de El Picadero y hoy recorren el Mundo.

El circo: un espacio de educación y transformación
El circo: un espacio de educación y transformación

En los últimos 15 años Uruguay ha sido testigo de un resurgimiento de las artes circenses con una nueva estética y ocupando distintos escenarios, diferenciándose del emblemático circo tradicional y circo criollo característicos del Río de la Plata.

Este resurgimiento se ve reflejado en la cartelera de espectáculos montevideana, en el espacio público (plazas, parques, etc.) y en las propuestas educativas a nivel formal e informal del ámbito público y privado.

En el ámbito educativo, a partir de 2008 se incluye el circo como contenido en los programas de educación física escolar, y el Instituto Superior de Educación Física ofrece cursos optativos específicos.

En paralelo se multiplican las propuestas de corte educativo - recreativo en ámbitos no formales tales como: programas culturales públicos, centros culturales auto-gestionados dedicados a las artes circenses, proyectos educativos de organizaciones de la sociedad civil, academias privadas de danza, teatro, etc. En general son llevadas adelante por artistas vinculados al circo, no necesariamente formados como docentes.

El circo puede ser entendido no sólo desde su dimensión artística, sino que desde una mirada docente puede constituir un ámbito de gran riqueza y potencial, dada su multidimensionalidad.

Como manifestación artística, el circo habilita el desarrollo de habilidades expresivas, de la sensibilidad, de la subjetividad. La experiencia artística genera hábitos de investigación, de transformación, de creación, de búsqueda de alternativas y de transgresión del orden establecido.

El circo nos coloca como sujetos en situaciones no cotidianas desde las cuales nos empuja a exponernos, a observarnos y a sentirnos.

A nivel vincular y como práctica colectiva, el hecho de exponerse y exponer a los otros a situaciones de riesgo (que debe ser siempre controlado) promueve el cuidado de uno mismo y del otro. Nos enfrenta permanentemente a confiar, a contener, a sostener; nos permite trabajar la cooperación, la solidaridad y la autoestima.

Por su diversidad de disciplinas y su vinculación directa con la danza, el teatro, la música y hasta las artes plásticas, abre un abanico enorme de posibilidades a la hora de construir una propuesta educativa que tome en cuenta los intereses, subjetividades y potencialidades de sus participantes. Cada uno puede encontrar un lugar o rol en el que se sienta cómodo, donde sus particularidades se conviertan en fortalezas y sus capacidades se organizan en función del colectivo, generando procesos de construcción de identidad desde la diversidad y el respeto.

Nos enfrenta permanentemente a confiar, a contener, a sostener; nos permite trabajar la cooperación, la solidaridad y la autoestima… generando procesos de construcción de identidad desde la diversidad y el respeto.”

En Uruguay y la región los proyectos vinculados al circo tienen una fuerte impronta de autogestión y trabajo en red. Consideramos que estos rasgos identitarios son a la vez valores a transmitir y pueden convertirse en contenidos educativos. Además favorecen la asociación con instituciones públicas, privadas y comunitarias para la implementación de esas propuestas.

La construcción de aprendizajes mediante metodologías de taller, en los que se pone en juego la creatividad y la expresividad, la reflexión, el compromiso con el entorno y el trabajo colaborativo, son claves fundamentales para la promoción de procesos significativos de participación y construcción de ciudadanía.
La experiencia de El picadero

El Picadero surge como un espacio cultural dedicado al circo, autogestionado por un colectivo de artistas, técnicos, docentes y gestores. Se inicia en el 2005 con la intención de desarrollar el circo en Montevideo y su nombre hace homenaje al espacio escénico de circo tradicional, como sinónimo de pista o ruedo. Fue el primer espacio con estas características y ha sido referente en el rápido desarrollo del circo en Uruguay en los últimos 13 años.

En 2010 se constituye como asociación civil sin fines de lucro con el objetivo principal de promover y difundir el circo en Uruguay desde sus dimensiones artística, recreativa y como herramienta de transformación social.

Sus objetivos específicos son:

  • Generar oportunidades de formación y desarrollo profesional para artistas, técnicos, docentes y gestores vinculados al circo contemporáneo.
  • Promover el acceso democrático y la participación en las manifestaciones artísticas, en particular las artes circenses, y la formación de público.
  • Contribuir a la instalación, desarrollo y legitimación del circo social en Uruguay.

A partir del 2013 funciona en la ex-fábrica textil Campomar, espacio cedido en comodato por el Municipio C.

En 2016 El Picadero se alía con Cirque du Monde, programa de circo social del Cirque du Soleil, para desarrollar un programa de formación en Montevideo y un encuentro regional de organizaciones vinculadas al área. A partir de este empujón aquel propósito empieza a cobrar fuerza.

Según la definición de Cirque Du Monde, el circo social es “Un planteamiento de intervención social innovador basado en las artes circenses. Se orienta a poblaciones cuya situación social y personal está marcada por la vulnerabilidad (…) En esta óptica, el aprendizaje de las técnicas de circo no constituye un fin en sí mismo, sino que busca ante todo el desarrollo personal y social de los participantes para favorecer la formación de su autoestima, la confianza en los otros, la adquisición de habilidades sociales, el desarrollo del espíritu de ciudadanía y la expresión de su creatividad y de su potencial” . (Cirque Du Monde, 2014:6)
El circo social “se orienta a poblaciones cuya situación social y personal está marcada por la vulnerabilidad…” (Cirque Du Monde, 2014:6)

A partir de esta definición, Cirque du Monde propone una metodología de trabajo. Acercarnos a esta metodología y a las experiencias de proyectos consolidados en la región, aportó un marco de referencia claro y la validación o legitimación de prácticas que en Uruguay ya se venían desarrollando, por parte de El picadero y otras organizaciones. A la vez, nos llevó a vislumbrar la posibilidad de un proyecto sistemático y sostenible.

Desde sus inicios los grupos que se conformaron se han caracterizado por integrar jóvenes con perfiles diversos en barrios de procedencia, nivel socioeducativo y vinculación con el arte. Y es desde esa diversidad que se construyeron grupos de pertenencia donde sus intereses y accionar exceden lo concreto de la práctica del circo y de alguna forma encontraron en la experiencia una ruta posible de formación y profesionalización.

Luego de 13 años de trabajo continuo reconocemos algunos procesos interesantes en jóvenes que transitaron por la experiencia del El Picadero y hoy continúan vinculados al circo.

Al día de hoy identificamos jóvenes emprendedores, compañías de circo consolidadas; profesionales en áreas de producción, gestión, técnicos, diseñadores; artistas que viajaron a continuar su formación profesional en el extranjero (Francia, Italia, Argentina, Brasil, Chile entre otros); educadores, docentes e investigadores que focalizan su trabajo en el circo.

Desde lo anecdótico destacamos que algunos de los primeros jóvenes que transitaron por la experiencia de formación y gestión de El Picadero y luego de una larga trayectoria, conforman la Compañía de circo Tranzat, proyecto artístico que surge de la cooperación entre una compañía francesa y el colectivo uruguayo; cuenta con una carpa de circo propia, integra un equipo de artistas, técnicos y productores que sostiene su actividad de forma ininterrumpida y ha recorrido varios puntos del país y del extranjero.

El Picadero sostiene desde el inicio, propuestas para niños/as y adolescentes a través del aprendizaje de técnicas y prácticas corporales, y juegos expresivos.

En torno a estos contenidos se apuesta a trabajar por un lado la dimensión grupal (el trabajo colaborativo, los cuidados y la creación colectiva), y la dimensión individual y la dimensión subjetiva, habilitando a que cada niño/niña o adolescente pueda encontrar en la diversidad que ofrece el circo, un lugar donde disfrutar y desarrollar sus potencialidades y preferencias.

El trabajo sostenido de años llevó a que el primer grupo de niños y niñas surgido en 2006, hoy jóvenes, se consolide como colectivo y como principal experiencia para la construcción del proyecto de circo social de El Picadero.

Estas jóvenes, en su mayoría mujeres, se han consolidado como grupo, ampliando sus intereses y asumiendo nuevas responsabilidades, con capacidad de gestión y organización, cumpliendo roles de colaboradores, técnicos y talleristas en los diversos proyectos que ejecuta El Picadero.

La permanencia del grupo en el tiempo, su compromiso con El Picadero como espacio y como proyecto cultural, sus intereses artísticos y sociales, así como sus capacidades de creación, reflexión y propuesta fueron las condiciones favorables para la cristalización de un proyecto socioeducativo.

Actualmente el trabajo con este grupo se centra en los siguientes ejes:

  • Formación artística: contenidos específicos de circo, vinculados a la técnica y entrenamiento, la danza y el teatro.
  • Gestión de proyectos culturales: análisis y diferenciación de roles en procesos producción y gestión de espectáculos y ciclos dirigidos a adolescentes de instituciones educativas. Postulación a convocatorias culturales estatales, generación y captación de fondos.
  • Prácticas de intervención social: instancias de formación teórica-práctica, planificación y ejecución de ludotecas y talleres con niños.
  • Participación en proyectos específicos de intervención con jóvenes en contextos de vulnerabilidad social.

En Uruguay varios programas estatales, proyectos ejecutados por Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), y colectivos independientes, toman el circo, las artes escénicas y otras expresiones artísticas como herramientas, para la construcción de propuestas de corte social con jóvenes.

El pasaje por la formación de Cirque du Monde, el contacto con otros proyectos locales y regionales afines y el trabajo sostenido con Colgante Circo, generan un contexto favorable para el desarrollo de un proyecto sistemático y sostenible.

Como componentes de este proyecto a largo plazo desde 2016, El Picadero ha ejecutado proyectos puntuales, algunos en convenio con organismos estatales y otros autogestionados generado junto a un colectivo de docentes, técnicos y artistas a fin de promover y construir nuevas formas de intervención. (*)

Algunos aspectos que tienen en común estos proyectos y que entendemos como guía para definir las acciones son:

  • La generación de instancias de intercambio y participación donde los jóvenes asumen un rol protagónico liderando espacios donde comparten conocimientos, exploran nuevas propuestas y generan conocimiento.
  • Trabajo en red y colaborativo entre organizaciones e instituciones públicas, comunitarias y autogestivas.
  • Itinerancia de territorios y espacios, revalorizando los espacios públicos y comunitarios como potenciales espacios educativos, habitados por los jóvenes de cada comunidad.
  • trabajo en equipos multidisciplinarios, potenciar la intervención desde la amplitud de miradas y enfoques; poder focalizar desde lo particular del aprendizaje concreto a la mirada atenta a la globalidad.

Reflexiones:

El circo desde su dimensión corporal, sensible y creativa, sus diversos componentes técnicos y las formas de organización basadas en la construcción colectiva y autogestionada, se destaca como contenido educativo con gran potencial para el trabajo con adolescentes y jóvenes.

Martina, con 8 años, se dispuso a realizar un trabajo para la escuela en el que debía contar acerca de algún lugar que le gustara mucho. Ella eligió el circo y contó que mientras en otros lugares (escuela, barrio, club), todos se escandalizaban y burlaban de ella si andaba trepada por todas partes, cantando o inventando historias, en el circo nadie la molestaba e incluso la “animaban a que siguiera haciéndolo”. Hoy Martina tiene 19 años y continúa vinculada a El Picadero. 

La metodología de taller donde se aprende desde el hacer, los espacios de encuentro, promoviendo el aprendizaje recíproco y empoderamiento de los jóvenes al asumir roles diferenciales, son algunas claves para la consolidación de una propuesta educativa que pretende favorecer procesos de autonomía, participación y construcción de ciudadanía.

Desde las organizaciones debemos asumir la responsabilidad de crear espacios seguros y contextos favorables para la implementación de propuestas con estas características, colocando a los jóvenes en un lugar central.

Patricia Dalmás (Pato) nació en Argentina en 1976 vive en Uruguay desde el 1980 aunque más de una vez viajó por varios meses, principalmente por América Latina.
Desde niña estuvo muy vinculada al deporte de competencia y a la recreación; recuerda disfrutar del contacto con la naturaleza, el mar y el campo, trepar árboles y andar en canoa. Decide estudiar educación física aunque ya siendo estudiante perfila su trabajo hacia el desarrollo del cuerpo como medio de expresión y el arte. Su formación artística se inicia en 1997 en danza contemporáneo y en el 2001 descubre el circo, como manifestación artística y como movimiento cultural. Esto la hace redireccionar sus intereses tanto artísticos y como en la docencia.
Desde 2000 trabaja como tallerísta en IPRU (Instituto económico social del Uruguay) en proyectos con niños, niñas y adolescentes. En 2005 co- funda El Picadero, espacio para el desarrollo y promoción del circo.
Desde siempre su vida estuvo marcada por un fuerte sentido comunitario y desde ahí ha ido construyendo su vida laboral y afectiva.