Fuera de casa

Brasil: cien años de desigualdad educativa que retornan.

Federico Alvez Cavanna y João Guilherme de Souza Corrêa

Los profesores Federico Alvez Cavanna (uruguayo)  y João Guilherme de Souza Corrêa (brasileño) nos proponen un repaso de las características generales de la historia de la educación en Brasil y los problemas actuales. Se trata de un planteo actualizado que contribuye a la comprensión de los desafíos de la enseñanza en América Latina

Trifulka, obra de Santiago García
Trifulka, obra de Santiago García

La poetisa Cecilia Meireles denunciaba al inicio de la década de 1930 que existía en Brasil una situación educativa «tremenda» por dos motivos: el analfabetismo de las masas y la cuestión religiosa que tiene el trasfondo del debate entre lo público y lo privado. Con esas «tremendas» contradicciones había caminado la educación brasileña desde su independencia creando un profundo dilema que a través de las décadas ha cambiado en sus melodías pero ha mantenido el ritmo: «o Brasil tem de ser ou educado ou catolicizado. ¿Qual das duas coisas convém ao povo? ¿Qual das duas coisas é a necessária, a indispensável, a urgente?

0 mas há outra forma de preguntar: ¿Qual das duas interessa à política? [...] ambos os termos do dilema se repelem» .

La opción política que determinó el ritmo marcó el peso de la Iglesia y del sector privado combinando las características que marcaron más de un siglo de historia de la educación: la precariedad, el analfabetismo y la desigualdad elitizante. En la década de 1920 el índice de analfabetismo para personas con más de 15 años era del 65% en el país y, de forma sintomática, en 1933 el sector privado tenía el 64,4% de los estudiantes matriculados. De esta forma, atravesando el siglo XX y entrando en la actual centuria llegamos al año 2014 donde, en el gobierno de Dilma Rousseff, fue aprobado el Plano Nacional de Educação (PNE) que estableció como prioridad solucionar el problema del analfabetismo que debería ser erradicado hasta el año 2015. No obstante, el Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE) recientemente, en el año 2017, identificó doce millones de analfabetos, lo que representa el 7,2% de la población adulta. En el otro extremo de los niveles educativos y mostrando la complejidad para poder sintetizar el mosaico de la educación brasileña, entre el 2004 y el 2014, hubo un aumento de 85% en estudiantes universitarios manteniéndose la preminencia de lo privado que recibió el 75% de las inscripciones.

Resulta una evidencia que la realidad socioeconómica, cultural y política condiciona fuertemente al sistema educativo y, en este sentido, desigualdad y diversidad son dos cosas diferentes y Brasil tiene las dos. La primera se remonta de larga data cuando antes de crear escuelas públicas en el país, el imperio tuvo solamente la preocupación de formar a su elite con escasas escuelas para la elite e incluso pagando con dinero público más de 3000 becas a hijos de la oligarquía agraria para formarse en la Universidad de Coimbra principalmente en Derecho. Esta elitización ha sido la marca «sagrada» de la educación en Brasil que tenía en el año 2008 estudiando en sus Universidades solamente un 4% de la población de origen social más bajo, solamente un 5,5% de negros o pardos en edad universitaria (de un total que supera el 50% de la población) y el 74% de los matriculados pertenecía al quintil más alto de la sociedad.

Los «5000 días» y después

En el 2015 algo había cambiado y el números de quienes se autodefinen como negros y pardos cursando la Universidad era del 13%. Este dato es bastante significativo desde la óptica de problemas e injusticias que marcan a través de larga duración la historia del Brasil. En los «5000 días» entre el 2003 y el 2016, en los gobiernos de Dilma Rousseff y Lula, libre de cualquier perfección idílica para problemas complejos, dos dimensiones muy necesarias fueron ampliamente promovidas a contramano de la historia de la precariedad y la elitización. En primer lugar, la cobertura escolar aumentó de forma considerable cuando al final del año 2006 fue aprobada una enmienda constitucional (n.53) creándose el Fundo de Manutenção e Desenvolvimento da Educação Básica e da Valorização dos Profissionais da Educação (Fundeb). Este recurso permitió duplicar el presupuesto que el gobierno Federal envía a los Municipios (responsables por la educación inicial) generando una presencia más contundente de las escuelas, principalmente en relación a cupos para la educación infantil.

El otro aspecto diferencial fue la sensibilidad antes las demandas de sectores étnicos, sociales y raciales históricamente explotados, silenciados y excluidos de las escuelas. Para comprender esta transformación, tomando en cuenta el nivel de los estudios en las universidades, en el año 2013 fue creado el Programa Bolsa Permanência (PBP) como un auxilio financiero para minimizar las desigualdades sociales y contribuir a la permanencia de los estudiantes de graduación en situación de vulnerabilidad socioeconómica. El Programa -todavía vigente - entregó entre los años 2013 a 2017 un total de 91.580 bolsas para estudiantes de instituciones federales, de las cuales 22.130 correspondieron a indígenas y 7836 a quilombolas. En ese mismo sentido, en agosto del 2012, la Lei de Cotas para o Ensino Superior (12.711/2012),que tuvo una amplia discusión y repercusión, obligó a que las 59 Universidades Federales y los 38 Institutos Tecnológicos Federales reserven el 50% de los cupos para estudiantes provenientes de la enseñanza pública.

En lo relativo a la formación de profesores, las perspectivas han sido la continua desvalorización para los que actúan en la educación pública.

Los resultados que serán producidos por esta reforma agravará el cuadro de la ya muy desigual educación brasileña, ofreciendo a los más pobres un acceso a contenidos todavía más reducidos y direccionados específicamente a la preparación para el trabajo

En un sistema históricamente hegemonizado por el elitismo y la dominación de los intereses de grupos privados sobre los públicos esos avances hicieron a Brasil menos desigual y más diverso en sus centros educativos. Sin embargo, todos esos programas y leyes no se transformaron en un Sistema Nacional de Educación (que nunca existió en el país) y que era una necesidad ya pautada por el Manifiesto de los Pioneros de la Escuela en 1932 con el objetivo de evitar la discontinuidad y la fragmentación: «Si después de 43 años de régimen republicano, fuera hecho un balance […] todo está fragmentado y desarticulado. La situación actual creada por la sucesión periódica de reformas parciales y frecuentemente arbitrarias, sin solidez económica y sin una visión global del problema, en todos sus aspectos, nos deja ante la impresión desoladora de construcciones aisladas…». Casi 90 años después de aquel Manifiesto este diagnóstico permanece, con varias transformaciones, y hacer perspectivas futuras del sistema educativo es sufrir con la imprevisibilidad. Los sujetos que conforman este campo (profesores, estudiantes, gobernantes y empresarios) se mueven en el terreno de la política y pueden hacer valer ciertos intereses u otros, dependiendo de movilizaciones y coyunturas. No obstante, ese grado de incerteza y fragmentación (común a diversos campos de la actividad humana) no impide organizar algunas ideas sobre el futuro. En ese sentido, para intentar reflexionar sobre algunos de los escenarios de los posibles «después» es preciso realizar esa sólida lectura de la historia y el presente. El debate más fuerte en la educación brasileña actualmente está concentrándose sobre las propuestas para la educación básica. Después de años de acelerada expansión de la enseñanza universitaria (más fuertemente a través del fortalecimiento del sector privado, pero de crecimiento continuado también en el sector público), las transformaciones en ese nivel de enseñanza no presentan cuantitativamente la misma dinámica que antes, y con eso, las posibilidades de transformación en la educación suceden en los niveles que van desde la enseñanza primaria hasta las puertas de la universidad. También es verdad que si por un lado el ritmo de las expansiones de la educación superior ya no son más las cifras de las últimas décadas, las transformaciones que se diseñan en el horizonte están localizadas en los anuncios de privatización de, por lo menos, parte del sistema público universitario, marcadamente en la postgraduación. Varios de los candidatos a la presidencia de la República han destacado la supuesta necesidad de que el Estado retire sus inversiones en esta área.

Conglomerados consolidados que explotan la enseñanza universitaria han apuntado sus baterías también para la educación media y otras entidades como el importante Sistema S , que también mira los últimos años del secundario que hasta el momento fue un sector predominante público. Según los datos del Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE), el 73,5% de las matrículas en ese nivel educativo están en la escuela pública mientras que el 26,5% están en la red privada . La denominada Reforma do Ensino Médio, un conjunto radical de alteraciones presentada por medio de un expediente inusual directamente por la presidencia (una Medida Provisoria) y aprobado por el Congreso fue muy celebrada por los mercadores de la educación. Esa reforma del gobierno de Michel Temer promete abrir una importante área de explotación por parte de iniciativas privadas y desmontar la estructura pública de enseñanza. Ha encontrado bastante resistencia por parte de los profesores, pero, principalmente por parte de los estudiantes que organizaron en el 2016 una ola de ocupaciones en las escuelas públicas por todo el territorio brasileño para denunciar el contenido de la reforma y la manera en que fue elaborada sin ninguna discusión con la sociedad.

Los resultados que serán producidos por esta reforma agravará el cuadro de la ya muy desigual educación brasileña, ofreciendo a los más pobres un acceso a contenidos todavía más reducidos y direccionados específicamente a la preparación para el trabajo, mientras que los estudiantes con mejores condiciones tendrán acceso a una mejor educación, mercadería que su dinero pueda «comprar».

En lo relativo a la formación de profesores, las perspectivas han sido la continua desvalorización para los que actúan en la educación pública. La reforma de la enseñanza media permite que los estudiantes cumplan horas equivalentes a la enseñanza en actividades no escolares, además de permitir que otros profesionales con «notorio saber» (¿religiosos? ¿jueces? ¿policías? ¿empresarios?) den clase formalmente a los estudiantes. Ante esta coyuntura, no es absurdo considerar que el interés por la docencia, como carrera, continúe disminuyendo cada vez más. La profesión de profesor ya no despierta más la atención de los jóvenes siendo un deseo profesional de solamente el 2,4%, según el informe de la OCDE del actual año 2018. El índice más bajo en los últimos diez años y por debajo también de la media de los otros países. Cada vez menos estudiantes han procurado cursos de formación docente y aquellos que optan por la docencia, como es el caso de los cursos de Pedagogía, manifiestan hacerlo en su mayoría por falta de alternativas. Un reciente estudio realizado por el Instituto Nacional de Educação e Pesquisa Anísio Teixeira (INEP) mostró que casi el 20% de los estudiantes que ingresaron en algún curso de Pedagogía a través del Exame Nacional do Ensino Médio (ENEM) del año 2014 presentaron, en la media, las notas más bajas entre todos los ingresantes de cursos de graduación en el país. Esta debilidad del cuerpo docente y de la escuela pública recibió, como si fuera poco, en los últimos años los ataques mediáticos del Programa Escola Sem Partido que pretende la supuesta «descontaminación y desmonopolización política e ideológica de las escuelas (y el) respeto a la integridad intelectual y moral de los estudiantes; respeto al derecho de los padres de dar a sus hijos la educación moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». Este movimiento y las últimas reformas impulsadas después de la experiencia en el campo progresista entre el 2003 y el 2016, hacen que los ritmos de los golpes de aquellos dilemas que Meireles consideraba tremendos en 1931 vuelvan tan tremendos y con nuevas melodías en el año 2018.

Federico Alvez Cavanna: Es Profesor de Historia por el Instituto de Profesores Artigas (2001), Magister en Educación (UEPG, 2009) y Doctor en Historia (UFPR, 2013). Actualmente es profesor adjunto en la Universidade Estadual do Parana (UNESPAR) y en la maestría Prof-Historia (UNESPAR). Líder del Grupo de Estudios e Investigación MARGEM.
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João Guilherme de Souza Corrêa: Es Profesor de Sociología por la Universidade Federal de Uberlandia (2007), Magister en Educación (UFSC, 2008) y Doctor en Ciencias Sociales (UNESP, 2014). Actualmente es profesor adjunto en la Universidade Estadual do Paraná (UNESPAR). Líder del Grupo de Estudios e Investigación MARGEM. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.