Más allá del aula

Si la escuela fuera un arte para mí, sería el teatro

Entrevista a Noelia Campo

Actriz, comunicadora y conductora del programa «Después vemos», de TV Ciudad, Noelia Campo, recuerda su escuela y su barrio, anécdotas y sentires y reflexiona junto a Educarnos sobre la importancia de la educación para las personas. Hoy su hijo asiste a la misma escuela que la vio crecer y nos cuenta por qué se considera una abanderada de la escuela pública.

Foto: Juan Manuel López | Cortesía de Montevideo Portal
Foto: Juan Manuel López | Cortesía de Montevideo Portal

Contanos de tu relación con la Educación Pública. ¿A qué escuela fuiste y cómo la viviste?

Mi relación con la educación pública empieza cuando tenía cinco años, cuando ingreso a la escuela N° 83 «Dr. Martín R. Echegoyen», que queda en Simón Bolívar y Rivera, en el año 1982. Hice hasta sexto en esa escuela. Es la única experiencia de educación pública que tengo, porque después fui a liceo privado y estudié comunicación en la Universidad Católica.

Nos contaron que te sentís una abanderada de la educación pública, que tenés un sentimiento de mucho cariño y de defensa ¿Por qué ese sentimiento?

Sí, soy muy abanderada de la escuela pública justamente por la experiencia vivida. Tuve la suerte de pasar siete años allí (porque también hice jardinera en esa escuela) y me parece que es la que junto a mi familia me formó. No solo a nivel académico, sino también a nivel de valores humanos. Justo me encontré con mi maestra de segundo, por el barrio (…). Es eso, la escuela pública está como dentro de la comunidad. Al día de hoy llevo a mi hijo también a la escuela pública, la misma escuela, y es un lugar de encuentro con la gente que está en tu barrio, con la gente que más o menos se maneja un poco como vos, o quiere lo mismo para los hijos. Hay mucha participación de los padres en la escuela pública ya en aquella época cuando yo iba, que se hacían muchas actividades, la escuela también crecía gracias a los padres. A mí ese vínculo me parece muy importante porque te está educando la maestra, te está educando el cuerpo docente, pero también te está educando tu familia.

Soy abanderada de la escuela pública ... me parece que es la que junto a mi familia me formó... hoy llevo a mi hijo también a la misma escuela …

Esa apertura que tiene la escuela pública a la presencia familiar, que como padre te sientas comprometido con que esa escuela funcione y vaya para adelante, que cada vez sea mejor para tu hijo, me parece que también lo nota el niño y le genera un compromiso con su educación y su formación. A mí eso es lo que me gusta. Quizás lo noté más en la escuela que en un liceo, porque en el liceo, uno ya es más grande, más responsable, y quizás no tienen que estar tan presentes los padres en tu formación. En esa etapa, uno ya, quieras o no, va adquiriendo una personalidad. Por lo menos a mí me interesaba aprender, crecer académicamente, crecer con mis amigos. Pero cuando se es niño me parece que esa apertura que tiene la escuela hacia la familia es esencial.

¿Se puede decir que vos sentís que la escuela formaba parte de otra casa tuya?

Sin duda. Sí, claro. Yo pasaba cuatro horas de mi día en la escuela y el grupo de amigas que saqué de ahí lo mantengo hasta el día de hoy.

Y esas amigas, ¿hoy son madres de la escuela?

No, la única soy yo. Hay madres que sí llevan a sus hijos a la escuela pública pero en otros barrios, porque se mudaron. La vida es como es. Si se vive en Malvín, no se trae al chiquilín hasta Pocitos. Pero sí, algunas siguieron con la escuela pública, otros no, otros eligieron colegios privados. En mi caso, yo tengo muy presente esa escuela y por algo también la elegí para mi hijo. Porque quería que él viviera una experiencia parecida a la que yo viví. Te forma tu familia y te forma la escuela, y te forma la gente que va a esa escuela también, no solo los docentes, también se encuentran tus pares en ese lugar. Y yo, por ejemplo ahora, que siempre fui bastante prejuiciosa antes de vivir la experiencia de eso, tengo un grupo divino de amigas, que son madres de compañeros de mi hijo, de la escuela, algunos más amigos, algunos menos, y se siente eso, que todos los que estamos vamos hacia lo mismo, que todos queremos cosas parecidas para nuestros hijos y eso es muy interesante, porque se fortalece al tener un vínculo cercano con los padres de los niños que van a esa escuela. Creo que se fortalece esa ruta que se quiere para tu hijo y que vas a compartir con otras personas, que él va a compartir con otras personas.

Si tuvieras que recordar una anécdota, algo que te haya marcado en la etapa escolar, ¿qué podrías contarnos? ¿Qué se te viene a la cabeza?

Tengo un montón de anécdotas. Siempre fui como muy «no alcahueta de la maestra» pero … las maestras eran para nosotros muy importantes, estaban al tanto de tu vida, sabían mucho lo que pasaba en tu entorno, y te conocían mucho. Y me acuerdo que yo quería que las maestras fueran mis amigas. A veces lo lograba. Yo era «secretaria» de la maestra. Necesitaba salir de la clase. A mí me pasa hasta el día de hoy que no puedo estar todo el día en mi casa, desde que me levanté hasta que me fui a dormir. Hay gente que disfruta no hacer nada los fines de semana, pero en mi caso, cada tanto tengo que hacer un mandado, voy a pasear al perro, lo que sea. Y desde chiquita fui así. Un poco activa (risas). Entonces claro, siempre las maestras me pedían que vaya a buscar las fotocopias, o lo que sea. Yo tenía que ser la mandadera porque a mí me aliviaba. Pero en cuarto, llegué a una maestra divina, que era mucho más estricta. Me sacó la ficha al toque. Yo era como un elemento de distorsión porque cada tanto, «¿puedo ir al baño?» Y la maestra nada, nada, no, no sé qué, no sé cuánto. Y me acuerdo que mi madre se mataba de la risa, porque le digo, mamá hasta «colitis» le dije que tenía y no me dejó salir. Cosas así. Me templó un poco el carácter. Y ahí me di cuenta que uno no puede hacer siempre lo que quiere, que tenía un poco esa personalidad.

Recuerdo también momentos con amigos. Y ahora me hiciste acordar una cosa, la templada del carácter, me acuerdo de sexto, con Beatriz. Por suerte nos habían puesto juntas a todas las amigas, que somos un grupo hasta el día de hoy. Se ve que lo hicieron con intención, porque era el último año, y terminábamos la escuela, entonces habrán pensado que tengan un año lindo. Entonces no sé por qué en un momento, separó a una y yo le escribí una carta, (porque aparte yo me sentía muy justiciera de la vida, no sé por qué) pero desde chiquita me pasaba, y le escribí diciéndole que por qué discriminaba a mi amiga. Pero imaginate, siete gurisas infumables. Y al otro día tuve que encarar, hacerme responsable de lo que había escrito porque cuando nos fuimos al recreo me llamó Beatriz, la maestra y me dijo que quería hablar sobre la carta que escribí. Estaba muy angustiada la maestra. Aparte yo era bastante temperamental de chica. Me hizo pensar por qué le dije esto, ¿será así? Porque ella me dio todo un montón de argumentos de por qué había cambiado a mi amiga y argumentos válidos, por supuesto. Y además era una maestra que tenía muchos más años que yo y más experiencia. Eso también me quedó, esas cosas, van haciendo que se vaya resolviendo de forma personal y con la edad que se tiene, que en su momento serían once, doce años, una situación en la que se genera o un disgusto o algo que por más que se crea justo, no lo era. Te hacían pensar más allá. Yo recuerdo mucho a las maestras, a todas las maestras. Siempre con todos hay una anécdota o algo que nos dejó. Ester, la que acabo de contar al principio, que era mi maestra de segundo, fue la primera persona que me mostró sus sentimientos, no de debilidad, pero tuvo un problema con un niño, me acuerdo, vino la madre a hablar y tuvo reunión con la directora y no sé qué pasó. Yo vi que ella volvió con los ojos rojos, y yo la amaba, era como mi maestra favorita, entonces fui y le pregunté cómo estaba. Y me abrazó y medio que se puso a llorar, y eso para mí en el mundo adulto no existía mucho. Porque mis padres siempre fueron de no mostrarse débiles ante uno. Eso para mí fue importante también porque fue sentir que la maestra confiaba en mí. Y eso para el niño es lindo, sentir que un adulto confía en él y le confiesa algo así, tan personal o tan íntimo te da confianza en la persona que se es.

Yendo un poco a esto de la importancia del rol del educador en la experiencia de vida tuya. ¿Qué le dirías hoy a los docentes? ¿O cómo ves esa relación?

De los docentes que ha tenido mi hijo algunos me gustan más, otros me gustan menos. Pero tienen algo que yo valoro mucho, antes que lo académico, que es lo social. El tema del comportamiento del niño dentro de un grupo, y cómo hay que fortalecer a algunos en algunas áreas, y a otros en otras. Es el rol que tiene que tener el docente. Pero cada uno que va ocupando su lugar, o se lo estigmatiza o lo que sea, es el docente el que tiene que tener el rol de allanarles el camino a esas personitas, que se les van dando roles por distintas situaciones del momento. Entonces eso lo encontré en todos los docentes. Una clase es como una mini sociedad, y para que esa clase funcione y todas las personas que pertenecen a ese grupo, se puedan desarrollar en todas sus posibilidades, en que algunas son mayores y otras son menores, tienen que ejercer ese rol de moderador y hacer ver al niño que está faltando algo, y todos tenemos que impulsar para que eso que está faltando no falte más.

Los docentes que ha tenido mi hijo… tienen algo que yo valoro mucho, antes que lo académico, que es lo social... Una clase es como una mini sociedad… los docentes tienen que ejercer ese rol moderador

Eso claro, de chica no me daba cuenta y eso se daba o no se daba, porque no sabía ni lo que quería decir sociedad. Pero ahora lo veo, eso es algo muy importante que hacen los docentes. Es fundamental. Y creo que sí, que lo fundamental en la escuela, en los primeros años es que el niño aprenda dónde está viviendo y que para vivir en una sociedad como la nuestra y vivir en armonía, todos tenemos que poder ejercer las cosas que nos gusta hacer, pero también dar lugar a los otros para ejercer lo de ellos. Y eso es todo un equilibrio que me parece que lo plantea el docente.

¿Y ahora vos notás diferencias entre tu época y la de tu hijo, por ejemplo en el tema de la pedagogía, de otras cosas que se hacen?

Sí, noto. Sobre todo y por ejemplo en la forma de encarar los deberes… porque también depende mucho del docente, y ha tenido docentes variados. Hay docentes para quienes las tareas son como siempre, y otros docentes que los deberes se comparten siempre en clase y se hace como un debate.. Depende mucho del docente. Lo que sí creo que el niño tiene un respeto diferente ahora, más igualitario. Antes había una jerarquización. Cuando nosotros íbamos a la escuela estaba el maestro y se tenía que hacer lo que el maestro decía. El maestro muchas veces permitía o la maestra permitía debatir. Pero había una cosa más, «yo soy el docente». Ahora hay una cosa más pareja, que tiene algo bueno, que creo que es un poco más reflexiva desde el vínculo, que permite un poco más la reflexión. Pero por momentos yo no sé si mantener un poco esa jerarquía no sería mejor.

¿En qué estás pensando con lo de que se mantenga la jerarquía?

Porque a veces me parece que está bueno darle gran participación al niño, pero a veces el niño necesita estar un poco más estructurado. No es que el docente se ponga a la par del niño, porque eso es imposible. Pero hay cosas que está bueno, que se le da mucho más lugar al niño y a las opiniones del niño y a la reflexión ahora, que me parece que está genial. Pero en otras áreas es el docente el que tiene que decir que eso es así.

El niño tiene un respeto diferente ahora, más igualitario… está bueno darle gran participación al niño, pero a veces el niño necesita estar un poco más estructurado.

Uno siempre quiere lo mejor para nuestros hijos. Y a veces se tiene que entender cuáles son las posibilidades del niño y también confiar en el maestro, confiar. Porque hay que confiar en que el maestro está capacitado para eso, hizo una carrera, estudió, se formó, está todos los días con los niños. Hay maestros a los que se les puede decir que no se está de acuerdo, pero se tiene que tener una cuota de confianza en lo que nos dicen, porque por algo se lleva al niño ahí. No sé, eso pienso yo.

Es esa idea de la escuela como tu «otra casa», o una casa más, o una pieza más de tu vida, como una familia más grande que puede ser tu barrio, la gente de tu entorno, que compartan proyectos de educación de los hijos. Creo que ese es un valor a rescatar.

Claro. Y para mí lo más importante en primaria, y más que lo académico, son los valores y ubicar al niño en el contexto en que se encuentra y qué es lo mejor en ese contexto para él, como para que actúe de esa manera. Más que lo estrictamente académico. Porque después eso ya en el liceo se le hinca el diente.

Si fuera

Te vamos a hacer un juego donde te vamos a pedir que asocies la palabra escuela y todas sus significaciones con algún elemento en concreto.

Dale, me encanta.

¿Si la escuela fuera un arte cuál sería para vos?

Si la escuela fuera un arte para mí, sería teatro. Muy influenciada por mis actividades. Sí, me parece que es como un teatro porque es como uno se va haciendo en la escuela y va también tratando de ser la persona que quiere ser. Y es también una forma de actuar, de ir probando roles. Como una escenografía. Y siempre a medida que se va cambiando, cuando se es niño que también se cambian amigos, cambian las maestras, en esto que vas viendo distintas obras.

¿Y si la escuela fuera un libro? ¿Cuál sería?

Si fuera un libro, el de Ana, Colita y Daniel. ¿Te acordás? Colita era el perrito. Era el libro en el que aprendíamos a leer. Era como el Snap de inglés, maravilloso.

¿Y si la escuela fuera una virtud humana? ¿Cuál sería?

En mi experiencia, integridad.

¿Y si la escuela fuera una canción? Imaginate que tenés que hacer una nota de la escuela y las vas a musicalizar. ¿Cuál pondrías? No vale el Himno ni el Pericón.

¡Qué difícil! ¿Puede ser una canción que me recuerde a la escuela o tiene que ser una canción símbolo de la escuela? Es que ahí me vienen temas de la época, de cuando hacíamos los bailes.. Me vienen temas de los bailes de la escuela. Me viene tipo Hit, terrible, de nuestra época. Esa la bailábamos siempre en los bailes de la escuela. Fito Páez, No voy en tren, Cambalache, Los Estómagos, también eran de esa época.

Ya tenemos musicalización de la nota (risas) ¿Y si la escuela fuera un lugar de la casa?

El living, el lugar donde se hacen muchas cosas, más social. Más de encuentros.

¿Y por último, si la escuela fuera una obra de teatro?

¡Qué difícil, no sé, ¡hay tantas obras de teatro!. Serían muchísimas obras de teatro por todas las situaciones que se dan en una escuela. Ahí vi las primeras… las experiencias lindas, pero también experiencias tremendas, nos vamos enterando de lo que nos puede llegar a pasar en algún momento de la vida, algún día. Porque a amigos le pasan antes. Sí, sería como…una variedad de obras de teatro. Un festival teatral, ahí está.

Entrevista: Carla Conteri