Nuestras prácticas

La repetición escolar una deuda pendiente

Por Raquel Díaz

La Directora de la escuela n°126 de Nueva Helvecia (Colonia) ha transitado toda su carrera en las aulas como Maestra y como Directora. En este tramo del trayecto y con gran experiencia recorrida, comparte su mirada reflexiva acerca de los dilemas que supone pensar en la repetición. La búsqueda de nuevos caminos, el diálogo con docentes y familias, las nuevas tendencias y las inseguridades hacia el futuro son presentadas en esta nota a partir de casos reales en donde prima la esencial búsqueda afectiva por lograr una educación mejor e inclusiva.

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Hace muchos años que ejerzo la docencia ininterrumpidamente. En esta larga experiencia ha ido cambiando el significado de la repetición escolar tanto a nivel de políticas educativas como a nivel de práctica áulica.

Han sido muchos los discursos en torno al tema aunque nohacirculadoentrelosmaestrosdemasiada bibliografía certera sobre el mismo.

En lo personal siempre he sido muy reflexiva y el libro “El fracaso escolar en cuestión” de Ricardo Baquero es el que primero me movilizó en cuanto al cuestionamiento del formato escolar.

Pensar que todos los niños a la misma edad puedan aprender lo mismo y del mismo modo es algo que hoy ya no cabe en la cabeza de ningún docente pensante y comprometido con su alumnado.

Entonces la gran pregunta es ¿cómo hacer para que los niños no recursen en un sistema de gradualidad que intenta homogeneizar juntando a los niños por edad? ¿Será hora de buscar caminos alternativos entre el promover y el repetir?

Si bien actualmente trabajamos en Proyectos de Ciclo y las escuelas cuentan con cierta autonomía para la toma de decisiones, lo más cierto es que aunque se trabaje en niveles, en talleres y desestructuraciones, al llegar a tercero o sexto los niños deben haber construido un mínimo de saberes que no todos han podido construir, aunque hayan hecho un buen trayecto según sus posibilidades. Entonces llega el momento dramático de tomar la decisión final. La escuela piensa, la escuela se reúne con otros especialistas, con las familias, toma insumos de los trayectos escolares, de las miradas de otros profesores pero la decisión hay que tomarla y debo confesar que hasta ahora no siempre se logra que los niños puedan pasar, ya sea a segundo, a cuarto o a nivel secundario.

Los que estamos a diario en la escuela sabemos de la desigualdad y nos duele. Sabemos que hay niños pequeños que literalmente están abandonados y cuando se suman dificultades para aprender llega fin de año y a veces ni hemos conseguido que se puedan sentar a tomar un lápiz. Es una realidad que tampoco podemos eludir. Entonces... la escuela ha buscado caminos con ese niño y ha fracasado indudablemente.

Pero ¿puede estar en segundo ese niño que aún no sabe tomar el lápiz? ¿No es eso una estafa a él, a su familia ausente y al propio sistema?

Hace años que soy Directora y mi última etapa la he vivido y disfrutado en un hermoso centro que tiene entre otras notas de identidad, los niveles descendidos de aprendizajes. No me detendré a analizar las posibles causas pero sí diré que didáctica y pedagógicamente hemos utilizado todos los recursos y estrategias para que nuestros alumnos aprendan. Hemos investigado desde el enseñar y también desde el aprender. Hemos implementado cambios sustanciales año a año intentando modificar el formato rígido y hemos logrado excelentes resultados. Aún así, todos los años tres, cuatro y a veces hasta ocho niños han recursado en un total de entre doscientos y doscientos veinte alumnos.

Los que estamos a diario en la escuela sabemos de la desigualdad y nos duele… la escuela ha buscado caminos con ese niño y ha fracasado indudablemente. Pero ¿puede estar en segundo ese niño que aún no sabe tomar el lápiz? ¿No es eso una estafa a él, a su familia ausente y al propio sistema?

Podemos decir que estadísticamente es un índice bajo pero sin embargo la lectura que hacemos es que en marzo del año siguiente nos encontraremos en todas las clases con niños que han repetido en un grado o en otro y surge la duda… ¿ha sido bueno para el estudiante cursar dos años el mismo grado? Y es ahí que aparece la relatividad del tema porque cada experiencia es diferente.

Pienso en todos los años en los que trabajado y surgen en mi memoria los más diversos recuerdos. Cuando comencé a trabajar, como nos pasa a casi todos los principiantes me dieron Primer año. Y en ese grado estuve varios años. Recuerdo nítidamente a L. A. Un niño alto y delgado que estaba en ese primer grupo. Un buen día, cuando aún no estaban pasados los datos de la clase, la Maestra de segundo, con mucha historia en la escuela, me dijo” Ay, ese niño hace años que está en primero”. Yo era recién llegada en la escuela, recién recibida. Él siguió conmigo, su familia nunca apareció y por supuesto que a fin de año pasó a segundo aunque confieso que había avanzado muy poco. Entonces ¿qué hicimos por él en esos cuatro años?, ¿de qué le valió estar tantos años en primero? ¿Con qué edad salió de la escuela y con qué conocimientos?

Claro que el tiempo pasó y las familias (cuando están) se acercan a la escuela porque la escuela las reclama hoy. Porque nos importa la opinión de la madre que también es educadora y la opinión de otros técnicos cuando el niño es atendido multidisciplinariamente. Porque hoy sabemos que las inteligencias son múltiples y que hay muchos niños a quienes la dislexia les impide leer sin una atención especial. Entonces ya no ocurren esas cosas tremendas y la mayoría de los niños logran los conocimientos para poder avanzar.

Pero algunos no, como M, D o S, quienes recursaron en primero y luego aprendieron sin dificultad. La repetición fue una gran oportunidad para ellos. Pero también están A, P, D y K, que han recursado primer año y han seguido su trayecto escolar en el mismo nivel del principio. Porque no han tenido oportunidad de consultar otros técnicos, porque la escuela no ha logrado descubrir sus capacidades y entonces están a la suerte del maestro que les toque. Y van por la escuela a los sobresaltos.

Pensar que todos los niños a la misma edad puedan aprender lo mismo y del mismo modo es algo que hoy ya no cabe en la cabeza de ningún docente pensante y comprometido con su alumnado.

Un año encuentran un docente que logra que ellos se destaquen en algo y entonces son felices y otros se encuentran ignorados y obviamente transgrediendo todas las normas. En ese momento es cuando sabemos aunque no lo digamos a viva voz que la escuela toda ha fracasado y es triste. Pero real.

Es interesante también nombrar a L y a F. Ellos estaban tan descendidos en el área de Lengua que habíamos fijado entrevista con las familias para intercambiar miradas pensando en que existía gran posibilidad de recursar. Y fueron las madres quienes me convencieron a mí, con razones muy fundamentadas, que no era lo mejor que recursaran. Ambas madres se comprometieron a apoyarlos durante toda su escolaridad. Y lo hicieron. A L le diagnosticaron dislexia y pudo hacer un precioso proceso de aprendizaje a su ritmo. Este año egresa siendo un muy buen alumno.

La mamá de F me hizo ver que todos sus hijos, todos, habían cursado al escuela con serias dificultades en escritura. Todos habían recursado y me preguntaba ¿le parece que cambió algo en ellos? ¡Y tenía razón! El niño pasó y el año pasado salió de la escuela con una escritura aceptable pero con muchos aprendizajes construidos en las otras áreas.

Me costó al principio el enojo de las docentes que se sintieron vulneradas en su autonomía, pero con el paso del tiempo también comprendieron que hicimos lo mejor para ellos. Los docentes también aprendemos escuchando a las familias.

Todos los finales de año tenemos niños con aprendizajes descendidos. Nos queda un mes para avanzar, analizar los trayectos de cada uno, consultar a las familias y luego tomar las decisiones esperando que sean las mejores. Buscamos siempre lo mejor para ellos, a veces con acierto y otras veces no.

No me parece responsable gritar a viva voz que hay que prohibir la repetición sin un fundamento válido, teórico. No lo veo el camino justo si no cambia el formato de E. Secundaria. ¿Qué sucederá con los niños que salen de la escuela sin saber leer o escribir? Porque hasta ahora nadie ha mencionado un formato que valore y dé cabida a aquellos niños con otras habilidades, como pueden ser cantar, bailar o dibujar.

Y ¿qué hará el Profesor o Profesora de Lengua o de Literatura o Historia con nenes que no aún no han construido competencias básicas de la Lengua? ¿O los de Matemática con niños que aún no han comprendido el significado de las cuatro operaciones básicas? Y sabemos que los hay. ¿Cómo los retendrá en el sistema actual? ¿Qué aportaría eso a la calidad educativa?

Creo que luego de estas discusiones tan ricas sobre la repetición será el momento de cambiar y hacerlo en profundidad. Con la lucidez y la mesura que se necesitan para no caer en un vacío. Un cambio en el que prime la inclusión verdadera, que brinde la oportunidad a todos y cada uno. Un sistema educativo donde se piense desde adentro en los más pobres. Pensando que son ellos los que si salen del sistema tempranamente caerán en la nada. Porque tal vez los otros, aún fuera de la educación, puedan construir un futuro no marginal, pero los que generalmente están en el fondo seguramente no lo lograrán.

MiniBio

Raquel Díaz es Maestra egresada de I.F.D. José Pedro Varela de Rosario. Ha desarrollado su formación en todas las áreas desde el año 1999 Tiempo Completo. Es Directora de Educación Primaria desde el año 2006, al tiempo que ha realizado y aprobado el curso de inspectores desde el año 2013. En la actualidad, se desempeña como maestra directora de la Escuela N° 126 de Tiempo Completo y es Profesora de Práctica Docente en el Instituto de Formación Docente de Rosario, Nueva Helvecia.