La construcción de lo escolar.
La escuela sustentable de Jaureguiberry

Por Ariel Milstein, Daniela Olivera, Ma. Eugenia Parodi y Soledad Dotta

La primera escuela autosustentable en Latinoamérica, inaugurada en Jaureguiberry en el año 2016, dio lugar a una investigación que intentó responder la siguiente interrogante: ¿cómo se desarrolla la construcción de lo escolar y qué tipo de prácticas pedagógicas se producen en la cotidianidad del este centro educativo?

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Descripción del Proyecto

La investigación que da origen a los resultados presentados en la presente publicación recibió fondos de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). Esta tuvo como área de interés el estudio de la construcción de lo escolar en un caso sumamente particular: el de la primera escuela sustentable en Latinoamérica, inaugurada en Jaureguiberry, departamento de Canelones, en 2016. En este proceso de establecimiento del nuevo local de la Escuela N°294, sucedieron una serie de acontecimientos de particular interés: la participación de la comunidad, de actores voluntarios nacionales y extranjeros, la imbricación entre un proyecto de iniciativa privada y la ANEP, la visualización de una propuesta excepcional y un proceso único con repercusiones en el quehacer pedagógico. Del interés por abordar esta temática a través de un estudio de caso, surgen las siguientes preguntas: ¿Qué tipo de prácticas pedagógicas se desarrollan en la escuela sustentable de Jaureguiberry? ¿Cómo se caracterizan dichas prácticas? ¿Qué tipo de relaciones establecen con el proceso de instalación de la escuela y los diferentes actores involucrados?

Proceso biográfico de la escuela y disputas por lo escolar

Para enriquecer la comprensión del caso de la escuela sustentable, se estudió el contexto local y sus particularidades sociales e históricas. Así, podemos afirmar que el Parque Balneario Jaureguiberry ha disputado su identidad, oscilando entre balneario y localidad de residencia permanente. Se trata del devenir histórico que trae aparejado marchas y contramarchas, producto de una composición de actores internos y externos heterogéneos, que dejan en su huella un posicionamiento respecto a diversas cuestiones, entre ellas, la educación. Es así que después de décadas de infructuosos intentos, en el año 2010 se concreta finalmente el sueño de muchos lugareños: contar con una escuela propia.

Las dificultades que obstaculizaron la creación de una escuela local, estuvieron signadas por pujas y tensiones entre diferentes actores. La solución, que se concretara en 2010 sería temporal, se trató de una escuela ubicada en una casa alquilada, refaccionada por las propias familias de la comunidad y ofrecían talleres. Se trató, entonces, de “la primera escuela comunitaria” del país, según afirmara la Inspectora Departamental de Canelones en el día de su inauguración. No obstante, esta resolución se verá nuevamente conflictuada: la Liga de Fomento iniciaría gestiones para el traslado de la escuela que funcionaba en la casa alquilada (y estaba ubicada en la región norte) hacia un terreno situado sobre la ruta Interbalnearia que les pertenecía. Una fuerte negativa inicial de las familias obstaculizaría un proceso que finalmente supuso el traslado del edificio escolar al local sobre la ruta. La necesidad de contar con un edificio con capacidad para albergar a una matrícula que venía en aumento jugó un rol preponderante para que se viera favorecido el traslado.

Proceso de construcción del edificio sustentable

En este escenario arriba la propuesta de crear una escuela sustentable en Jaureguiberry. Es el CEIP quien decide establecer esta iniciativa en dicha localidad, en tanto se disponía de un predio, existía la necesidad de construir una escuela para albergar una mayor cantidad de estudiantes y además, la construcción de la escuela no supondría costos para la ANEP. Es por ello que este estudio puso foco en las disputas por lo identitario, con énfasis en el proceso biográfico de lo escolar, y en lo edilicio como espacio singular de construcción de identidad. La concreción del sistema constructivo sustentable junto con el proceso previo que ya hemos relatado, convergen en un proceso de hibridación. De esta forma, por una parte el edificio se compone de salones de clase, baños y una huerta bajo un formato constructivo sustentable; por otra, de un comedor y una dirección bajo un formato constructivo tradicional. La arquitectura de los espacios permea así diferentes aspectos de lo escolar.

Desde su génesis, el proyecto de la escuela sustentable se presenta como “algo más que una entidad pública, es una iniciativa que busca hacer de la escuela un motor del cambio cultural que impulse una relación diferente entre la comunidad y el medio ambiente” (Rev. Documental). En contraste con esto, a pesar de los esfuerzos del grupo impulsor de este proyecto (el equipo de TAGMA), decrece la participación de las familias y la comunidad en general en la escuela sustentable. Este aspecto pone de relieve el nivel de identificación que mantienen diferentes actores de la comunidad con este centro educativo. Estas microdisputas (Grimberg, 2004), dan lugar a una realidad compleja, heterogénea y cambiante, y a una relación escuela-comunidad sumamente particular.

Si bien podríamos pensar a la Escuela N° 294 como una más, ya que comparte con el resto de las escuelas públicas de nuestro país una serie de características, se pueden observar algunos rasgos que la diferencian y la hacen distinta. La forma en la cual el edificio escolar llega a construirse tiene que ver con un proceso en el cual están involucrados diversos actores que participan desde diferentes lugares. Mirando este proceso, varias voces de la escuela resaltan la pertenencia que se logró en los niños y niñas con relación al edificio escolar, lo que supone un involucramiento con la propuesta sustentable. Esto parece ser destacable en las y los estudiantes pero no en las familias que, como se ha dicho, presentan una participación disímil, notándose la diferencia entre aquellas que eligieron esta escuela para enviar a sus hijos y las que no. El hecho de que algunas familias hayan decidido incluso mudarse al balneario para que sus hijas e hijos transitaran la escolaridad en este centro es una particularidad interesante y se relaciona, en parte, con la especificidad del edificio escolar.

En relación al edificio en sí mismo, se presenta como una complejidad el hecho de que tiene características que hacen que requiera de un tratamiento, de un mantenimiento singular para el cual reclaman que exista personal especializado trabajando en forma permanente en la escuela. Se visualiza como una carga, en cierto sentido, al trabajo pedagógico que tienen que llevar a cabo las maestras, para lo cual, además, precisan de una capacitación específica. Esto lo complejiza el hecho de que no se puede cerrar la escuela en diciembre y abrirla en marzo, debe haber un trabajo de mantenimiento que no puede estar marcado por el calendario escolar. En este punto se presenta una tensión entre lo común y lo particular, ya que el CEIP trata a esta escuela como una más cuando tiene necesidades específicas, pero a su vez es una escuela rural más de Primaria, y eso es en parte lo que se quería al insertar este proyecto en lo público.

El edificio escolar y su proceso de construcción instalan una disputa por la manera de concebir la escuela al proponer una propuesta pedagógica que aparece directamente vinculada y surge del propio edificio. En este caso, la institucionalidad “escuela”, el edificio escolar y la propuesta pedagógica establecen una relación que no es de coincidencia, como podría darse en otros centros educativos, sino que es un vínculo singular, en construcción por parte de los actores que se ven interpelados en su hacer pedagógico cotidiano por un edificio que instala una forma nueva de vivir la escuela, inédita, y que está atravesada por los principios de la sustentabilidad, más allá de la voluntad de los agentes que hoy la habitan.

Vínculo con el afuera

La escuela autosustentable aparece en escena con una gran trascendencia mediática y política, generando desde el principio muchas controversias en la comunidad y también desde dentro, ya que se visualiza que la presencia tan intensa de medios de prensa y de agentes externos podrían estar interfiriendo de forma negativa en la cotidianeidad de las actividades educativas. Parte de la vida de la escuela tiene que ver con la concurrencia de instituciones, personas, actores políticos. Esto ha logrado regularse, organizarse en la cotidianidad, estableciendo horarios y días de visita, por ejemplo. Así se da un proceso de naturalización de la presencia externa, de la exposición a lo mediático en los y las estudiantes. La excepcionalidad de esta escuela, si bien por un lado la expone en forma permanente, por otro lado hace que reciba múltiples propuestas o intervenciones de sujetos particulares o instituciones que concurren ya sea de forma sistemática (dando talleres, por ejemplo) o en instancias puntuales aportando desde diferentes lugares (donaciones materiales, talleres)—.

En relación al vínculo con el grupo impulsor TAGMA, si bien la ONG tenía intención de retirarse una vez cumplido un año de la inauguración, las particularidades del edificio y de la propuesta educativa han llevado a que sigan formando parte del centro en diferentes modalidades, en parte porque no hubo otro agente que ocupara el lugar de acompañamiento que se venía haciendo, es decir de mantenimiento, resolución de algún problema edilicio y trabajo en relación a lo sustentable conjuntamente con las maestras.

Relación con el saber

La escuela autosustentable se rige por el mismo currículum de todas las escuelas públicas del país, compartiendo la misma estructura en cuanto a tiempos, espacios, organización de los grupos, materiales didácticos y disposición en el aula. Sin embargo, existen un conjunto de saberes específicos que tienen que ser manejados por los involucrados, para poder habitarla. Esto ha implicado instancias de capacitación, tanto durante como posteriores a la construcción, acerca de los principios de la sustentabilidad. Esto se complementa con la vivencia cotidiana que va generando instancias de aprendizaje en forma permanente, propiciadas tanto en forma intencional como por las necesidades que surgen de habitar el edificio (como el acondicionamiento climático, el uso del agua y de la luz).

La circulación del saber no tiene un carácter unidireccional (maestra-alumnos) sino que se observa un movimiento de transmisión y apropiación de conocimientos que va de niños y niñas a sus familias, de la comunidad escolar a otros sujetos e instituciones que visitan la escuela y a otras escuelas del país y del exterior.

La experiencia de habitar la escuela sustentable

Uno de los aspectos que surge del trabajo de campo en forma reiterada es la idea de que transitar cotidianamente esta escuela implica una experiencia particular que “permea todo”. Expresiones que surgen de las entrevistas, tales como: “no es lo mismo que yo se los transmita a que vivenciarlo”, “aprender a vivir de una forma un poquito distinta” y “me siento como si fuera parte de ella”, dan cuenta de que el edificio en sí mismo tiene un componente educativo que trasciende lo que se pueda hacer dentro de él. Los diferentes actores transmiten el valor positivo que tiene pasar el tiempo escolar en esta escuela en particular.

Los conceptos de experiencia, vivencia y desafío surgen de los discursos y de las observaciones marcando una particularidad que le da un sentido pedagógico al edificio sustentable. Este enseña a vivir de otra manera, a partir de una propuesta atravesada por la educación ecológica, pero una educación ecológica vivenciada, con lo cual la experiencia se comporta como una forma de aprendizaje. Pensar en la escuela de Jaureguiberry como un lugar donde suceden experiencias educativas, según el concepto de Dewey (1938), implica valorar especialmente como forma de aprender la interacción entre un sujeto y su ambiente.

Las condiciones en las cuales transcurre la experiencia están marcadas, en este caso, por el edificio y su proceso de construcción. Además, se posibilita un proceso con continuidad, ya que se logra replicar lo vivido y aprendido en otros ámbitos extraescolares. Al respecto, afirma una de las maestras: “ellos lo tienen incorporado todo lo que tiene que ver con el tema del reciclaje, en la casa cada uno de ellos tiene un compost (…), o sea, ellos están aprendiendo a reciclar desde su lugar y eso está bueno porque son chicos y lo van a poder transmitir y lo van a seguir haciendo” (Entrevista).

Larrosa (2006) nos invita a pensar la experiencia como “eso que me pasa”, como algo exterior al sujeto, que en este caso sería el edificio sustentable, enmarcado en una propuesta educativa ecológica. Esto que sucede, que parte de un acon- tecimiento externo a la persona, le sucede a alguien, el lugar de la experiencia son los sujetos, es “algo que me pasa a mí. No que pasa ante mí, o frente a mí, sino a mí, es decir, en mí. La experiencia supone (...) un acontecimiento exterior a mí. Pero el lugar de la experiencia soy yo” (Larrosa; 2006, p.89). La experiencia, desde esta perspectiva forma y transforma al sujeto, siendo siempre singular, no generalizable. La vivencia de estar en esta escuela, de vivir la sustentabilidad, de plantar y cosechar, de respirar “otro aire”, de transmitir el conocimiento a otros, genera una experiencia singular, en tanto cada uno de los niños y niñas que la transitan son afectados de maneras diversas, lo cual se vincula con lo impredecible de las experiencias, pero sin lugar a dudas comporta una realidad diferente a la de otra escuela rural. El caso de la escuela que permite reivindicar el lugar de la realidad en la educación.

Comentarios finales

La preocupación inicial de esta investigación estuvo relacionada con la construcción de lo escolar para el caso de la escuela sustentable de Jaureguiberry. En este sentido, podemos afirmar que nos encontramos con un caso complejo, marcado por una biografía escolar y por un edificio-escuela en los que convergen procesos heterogéneos. No obstante, el componente sustentable ocupa un lugar medular, haciendo de lo edilicio un componente activo, en el entendido de que el propio edificio y la experiencia de habitarlo generan enseñanzas y aprendizajes en todos los involucradas/dos. Lo sustentable es transversal a la vivencia de lo escolar en esta escuela, que es retomado y apropiado de diversas formas por las diferentes personas que circulan por esta, con mayor o menor involucramiento con la propuesta, pero atravesadas inevitablemente de alguna manera por la experiencia de trabajar o estudiar en este edificio. Este investigación pone el énfasis en la relevancia que puede adquirir un proyecto educativo a partir de la articulación edificio escolar, biografía escolar y prácticas pedagógicas.

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